Te las puedes tomar cuando quieras, donde quieras. Las tienes frías para el verano y calentitas para el invierno, donde no hay nada más placentero que calentarte las manos con la taza, ¿a que sí?
Son perfectas para favorecer la digestión. Por eso es tan bueno tomarlas después de cada comida.
Son muy fáciles de preparar. No hace falta tener una estrella Michelín para convertirse en un experto “infusionero”. Basta con agua caliente y la mejor infusión.
Son ricas en antioxidantes. Sobre todo las diferentes variedades de té verde o té rojo.
Algunas son perfectas para conciliar el sueño. La combinación de plantas con melisa, pasifiora y lavanda te ayudarán muchísimo a dormir las horas necesarias para empezar el día con la máxima energía.
Ayudan muchísimo a la expulsión de líquidos, son diuréticas y depurativas. Por eso la mayoría de los especialistas las recomiendan como complemento a las dietas.
Pero es muy importante recalcar que las infusiones no son milagrosas. Para perder peso hay que seguir una dieta equilibrada y realizar ejercicio físico. Los milagros no existen.